Flacucha, con gafas enormes y sobre todo intentando relacionar siempre el presente con el pasado. Y entonces me acuerdo de alguien que ha oído mis intentos y me ha escupido a la cara lo estúpido que era buscar la culpa en el pasado cuando es sólo mía.
¿Quién soy? Soy lo mismo que muchas siendo distinta...¿o no? Soy una chica de menos de 30 pero más de 20 (algunos más) que aún no se ha casado, que aún no compró un piso, que vive con sus padres, que no tiene más trabajo que unas cuantas horas en lo suyo que le dan para subsistir semana tras semana con los gastos imprescindibles. En resumen, muchos dirían que soy un desastre. Pero también soy una chica que ha empleado horas y horas en crearse a sí misma de manera que no tenga que avergonzarse de ser como es...y aquí estoy, sin trabajo, sin casa y con un novio rebosante de defectos, pero eso sí, buena, amable, sincera, comprensiva, justa...y gasté tantas horas que hay muchos calificativos más. Y para que tantas horas valgan la pena por eso siempre pido más.
Quizá algunos pedimos demasiado pero la duda es ¿pedimos demasiado porque nos sentimos tan poco que tenemos que compensar lo que falta o es porque nos creemos ser suficientemente buenos como para pedir demasiado? A ésto yo respondo: nunca es demasiado. NUNCA. Y es cierto porque siempre puede haber un poco más de todo, sea lo que sea. ¿O quizá es que se me rompió la medida con tanto imaginar que los cuentos de princesas eran algo parecido a la realidad?
No soy más de lo que soy, pero soy suficiente para ser todo lo que me parece bien ser. En este caso, no es demasiado, es perfecto. Y no me creo más de lo que soy, sé quién soy y dónde tengo que mejorar. Mejoré en muchas cosas y en las que no lo hago es porque no quiero. Por eso es perfecto. Por eso es suficiente. A base de mejorar he aprendido que por mucho que lo intentes mejorar no te hará feliz a ti sino a los demás. Ahora estoy esperando a que alguien me haga feliz a mí. No mejoraré nada más hasta entonces. Yo me siento orgullosa de mis valores tal y como están.
Las mujeres, el sexo débil sobre el que se apoya una sociedad todavía machista, un ser hábil para muchas cosas, un ser adorable casi siempre, imprescindible e inteligente en muchos sentidos...por amor perdemos el raciocinio y nos volvemos completamente idiotas, estúpidas, olvidamos nuestros valores y dejamos que todo lo demás sea más importante que el respeto a nosotras mismas, por amor permitimos y toleramos sin darnos cuenta de que tolerar y permitir no es amor, porque el amor del bueno es el que comparte y comprende con reciprocidad, pero ignoramos el amor bueno porque cuando lo vemos no nos parece tan bueno. Después nos lamentamos de que damos muchos sin recibir y somos incomprendidas...es de esperar, pero somos complicadas y así es como actuamos. Y ésta soy yo: una chica que no tiene nada de lo que soñó pero que aún puede conseguirlo, que vive en una sociedad donde la mujer es demasiado importante como para no existir pero no tanto como para que no la traten y la juzguen diferente por serlo, una chica a la que no le importa lo más mínimo las mentiras de la política, los altibajos de la economía, los “grandes” problemas de la sociedad pero preocupada sobremanera por los maltratos a los animales, la discriminación por cualquier razón y demás injusticias que existen por obra y gracia de la inteligencia humana, una chica capaz de romper a llorar como si el mundo se hubiera derrumbado o de hacer que se derrumbe el mundo...soy una chica como todas, porque en el fondo todas somos un “bonito trozo de carne que envuelve como si fuera una croqueta un jugoso relleno de sensibilidad”.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario